La Psicología llegó al SUR - 1982
Actualizado: 14 ago 2020
Una tarea de gran nivel realizan licenciadas en sicología en Lomas
Por Elcira Viviani
En la ciudad de Lomas de Zamora, en la avenida Hipólito Yrigoyen 8951, en el primer piso de la Galería Lomas, funciona el Instituto Superior de Psicología Social Enrique Pichón Riviere. Hasta allí llegó NOTISUR para mantener un productivo diálogo con su directora, la licenciada en psicología y psicóloga social Martha Chiavenna, y con las responsables de diferentes años de la carrera, siete mujeres más, quienes junto a la licenciada Chiavenna comparten la coordinación general del instituto. Todas ellas son egresadas de la “escuela madre”, o sea la Primera Escuela Privada de Psicología Socia E.P. Riviere, que funciona en la Capital Federal.
La directora nos cuenta que la idea surge a partir de la necesidad de crear dentro de la zona Sur un instituto de psicología social que le evitara a los alumnos la dificultad del traslado a la Capital. “Se entraba a las 22.15 y salíamos a la 0.45, imagínate que nunca llegábamos antes de las dos de la madrugada —nos cuenta la psicóloga social Margarita de Guerrero, responsable del tercer año de la carrera—. así que nos reunimos y haciendo mucha fuerza y tirando siempre para adelante creamos este instituto que ya cuenta con cuatro años, ya que se inició en marzo de 1982”.

El establecimiento cuenta con ocho salas de espacio y un salón para teóricos. Para recibirse se necesitan cinco años de estudio distribuidos de la siguiente manera: un ciclo básico de tres años de instrumentación teórica y un segundo ciclo que comprende dos años de práctica: observación (cuarto año) y coordinación de grupos operativos (quinto año).
Concurren alumnos de dieciocho años y los hay de treinta, cuarenta y cincuenta. “Es imprescindible destacar que para cursar la carrera de psicólogo social no se requieren estudios previos —nos dice la psicóloga social Teresa Ferrone, responsable de primero y quinto año—, y esto tiene que ver con la ideología de Enrique Pichón Riviere, para quien esta carrera está abierta para toda aquella persona que tenga ganas de vivir. Lo más importante es la experiencia de vida. Seria algo asi como el aprender a aprender, aprender de todos y de cualquier persona”.
Ante la pregunta ¿qué es un psicólogo social? la responsable del cuarto año, Alicia Guerrero, contesta: “Es una reflexión sobre el sujeto y su comportamiento, se define como social en tanto entiende al hombre como configurado en un Inter juego permanente con su contexto. Intenta aproximarse a él, abordándolo en sus condiciones concretas de existencia. El análisis crítico de la vida cotidiana ocupa un lugar de privilegio en nuestra indagación"
Toma la palabra nuevamente la directora Chiavenna, para decirnos: “Los procesos de aprendizaje son para nosotros de particular interés, ya que éste como capacidad de comprensión y acción transformadora sobre la realidad constituye la forma privilegiada de relación del hombre con el mundo. Nos planteamos como objetivo no sólo el logro de un montón de información sino, fundamentalmente, la formación del alumno, entendiendo como tal el desarrollo de aptitudes y la modificación de actitudes. No nos limitamos a desarrollar contenidos teóricos, sino que acá se indagan y modifican hábitos de aprendizaje, trabajando integradamente los distintos aspectos de la personalidad comprometida en el aprender”.
Otra de las mujeres que componen la coordinación general del instituto, la psicóloga Graciela Mabel González, nos cuenta que el grupo que componen los alumnos que asisten al establecimiento es heterogéneo, ciento por ciento. “Fíjate que convergen personas de las más variadas edades y profesiones. Por aquí pasan pediatras, psicólogos, asistentes sociales, amas de casa, veterinarios, ecologistas, empleados públicos, todos llevados por la misma fuerza: el amor a la vida y el tener acceso a modificar desde allí, el repensarse y proponerse cambios en su propia vida y en la vida de los demás’

La cronista quiso saber un poco acerca de quién fue Enrique Pichón Riviere, creador de la psicología social. La respuesta no se hizo esperar: “Para hablar de Pichón es necesario saber el punto de vista que tomó desde la salud como adaptación activa a la realidad y a la enfermedad como estereotipo. Pichón mira al sujeto dentro, inserto, en un grupo; nunca aislado.' La psicología social estudia al hombre y sus formas de interacción, sus formas de relacionarse con los Otros. Pichón se metía en todos los lugares. No había ámbito cerrado para él. Tenía apertura para todo: él conversaba con doctores, prostitutas, linyeras, canillitas, psicólogos. No tenía límites con las personas. Pudo unir todo un marco teórico que él ya tenía, con la realidad cotidiana. Tenía un mundo tan, pero tan rico que a veces una se queda fascinada. Se relacionó con poetas de la época. Roberto Arlt se contó entre sus amigos más queridos. Los unía el amor por la poesía y por los seres marginales. Pichón amaba las letras de Enrique Santos Discépolo, analizaba el contenido de sus tangos. Vivió la bohemia. Amaba todo lo que tenía que ver con la vida: el fútbol, el folklore, la pintura, la música. Además, se vinculó con la sorpresa y la metamorfosis como elementos de lo siniestro; el pensamiento mágico, estructurado como identificación proyectiva. Pichón tenía contacto con sus pacientes, intentaba establecer con ellos un vínculo terapéutico, con lo que confirmaba lo que de alguna manera había intuido: que tras toda conducta “desviada” subyace una situación de conflicto, siendo la enfermedad la expresión de un fallido intento de adaptación al medio. En fin, que la enfermedad era un proceso comprensible”.
Tal vez la diferencia básica entre un psicólogo ortodoxo y un psicólogo social resida en que el primero está más centrado en el mundo interno del individuo, mientras que el segundo centra su interés entre el mundo interno y el externo. El vínculo que se establece entre él y los otros.
La cronista quiso saber si hay demanda actualmente de psicólogos sociales y la respuesta fue un sí contundente y a coro. “Después de lo de Malvinas hubo una participación más activa de psicólogo social. Además, el año pasado la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires hizo un convenio con la Escuela de Psicología Social para formar equipos interdisciplinarios para trabajar en los centros materno-infantiles de los hospitales municipales. También llegan pedidos de escuelas primarias para trabajar con los maestros y de los hospitales psiquiátricos de la zona”, nos dice la licenciada Inés Vaca.
Nos enteramos de que al instituto concurren más mujeres que hombres, que este año sale la primera “horneada” de psicólogos sociales, que tienen pensado en un futuro no muy lejano la creación de una escuela para la tercera edad. También que el primer año comenzaron con solamente cuarenta y cinco personas y en el año ’85 cerraron con ciento sesenta. Las clases comienzan el 16 de abril de 1986 y la inscripción el lunes 3 de marzo. La institución es privada, pero accesible. Hay una matrícula inicial y luego diez meses arancelados cuyo monto es de 15 australes por mes.
Hay escuelas de psicología social en países como España, México, Uruguay, Brasil, Israel y en nuestras provincias de Rosario y Tucumán. También funciona otra en la localidad de La Plata (grupo cerrado: las mismas personas que entran a primer año son las que cierran el ciclo en quinto, sin agregarse en ese tiempo más gente) y otra escuela funciona en Castelar. Las profesionales dijeron sentir una profunda admiración por Alfredo Moffat, creador de la comunidad terapéutica El Bancadero. “Es un fiel seguidor de Pichón. Lo respetamos porque vemos que a través de El Bancadero continuó con la obra de Riviere”.
La formación en el Instituto Superior de Psicología Social instrumenta al alumno para operar en situaciones en que se dan procesos de interacción, organizaciones de trabajo, instituciones recreativas, instituciones educativas, tareas interdisciplinarias, estudios de opinión motivacional, equipos deportivos, grupos de teatro, grupos artísticos, etc.
Nos fuimos del lugar escuchando una frase de Enrique Pichón Riviere: “Nadie es tan rico que no pueda aprender y recibir de otro, ni nadie es tan pobre que no pueda dar”.
